domingo, 11 de enero de 2015

José Hernández

Imagen de Juan Carlos Castagnino



José Hernández (1834 – 1896)

El autor de “Martín Fierro” nace en la Chacra Pueyrredón, provincia de Buenos Aires. Desde muy joven vive en el campo dedicado al comercio de ganado con gauchos e indios y a recorrer la pampa argentina. A los diecinueve años se alista en el ejército y toma parte en diversas campañas militares. Es hombre de vida agitada y de formación autodidacta, pues solo acudió a la escuela primaria.
En Buenos Aires se dedica al periodismo combativo y a la política, donde alcanza cargos importantes. Llega a ser diputado y senador. Sus andanzas por las tierras argentinas, su contacto con la  vida del gaucho le dan tal conocimiento de la materia, que unido a su predilección por los escritores gauchescos como Bartolomé Hidalgo, autor de los “Diálogos patrióticos” y “Cielitos”. Hilario Acasubi creador de “Santos Vega”, y el famoso Estanislao del Campo autor del “Fausto”, le llevan a escribir un poema gauchesco “Martín Fierro”.

El “Martín Fierro” es una exaltación del gaucho, una defensa poética de aquella figura pintoresca y digna de atención, de la que tantas veces hizo la defensa en sus tiempos de periodista. El gaucho seminómada y cabalgador, sarmentoso y endurecido, es tipo representativo de la vida argentina. Es el poblador de la inmensa llanura rioplatense.
Envuelto en su poncho, volteando su lazo y manejando su facón para defenderse, el gaucho conduce vacadas y caballadas. Alegra sus ocios tocando la guitarra o el charango. Magnífico improvisador, este cantor de la pampa dice sus versos romanceados en su lenguaje popular, “las coplas me van brotando, como agua de manantial”.

José Hernández refirió las aventuras y persecuciones del gaucho Martín Fierro a través de la pampa. Obligado por fuerza a aislarse en el ejército, en los puestos de la frontera, el gaucho ve pasar los días sin cobrar su paga. Huye, después de una vana disputa con el superior, y de pulpería en pulpería se adentra en la soledad de la pampa.

En la antología de Carmen Bravo Villasante, se publica un fragmento de la obra que incluye la presentación del propio gaucho y el encuentro de Martín Fierro con un moreno, que da lugar a un “desafío” musical, en el que ambos contendientes dialogan, y a la manera de las antiguas preguntas y respuestas medievales, se prueba el ingenio de los cantores.

El poema de “Martín Fierro” se hizo popularísimo, y como todas las grandes obras del pueblo lo hizo suyo, y los mismos gauchos recitaron sus coplas como si fueran anónimas, a la manera de lo que sucedió en España con los romances.

EL GAUCHO MARTIN FIERRO


Aqui me pongo a cantar
Al compas de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena estraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.



Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.


Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido a Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

                                                  Yo he visto muchos cantores,
Con famas bien obtenidas,
Y que después de adquiridas
No las quieren sustentar:
Parece que sin largar
Se cansaron en partidas.


Mas ande otro criollo pasa
Martin fierro ha de pasar,
Nada la hace recular
Ni las fantasmas lo espantan;
Y dende que todos cantan
Yo también quiero cantar.


Cantando me he de morir
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pie del eterno padre:
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.


Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra:
El cantar mi gloria labra
Y poniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.


Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento:
Como si soplara el viento
Hago tiritar los pastos;
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.


Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuándo acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.


Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman,
Naides me pone el pie encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.


Yo soy toro en mi rodeo
Y torazo en rodeo ajeno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar,
Salgan otros a cantar
Y veremos quién es menos

                                                  No me hago al lao de la güeya
Aunque vengan degollando,
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.


En el peligro, !qué Cristos!
El corazón se me enancha,
Pues toda la tierra es cancha,
Y de eso naides se asombre:
El que se tiene por hombre
Ande quiere hace pata ancha.


Soy gaucho, y entiendaló
Como mi lengua lo esplica:
Para mi la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.


Nací como nace el peje
En el fondo de la mar;
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dió
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.


Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remuento el vuelo.

_______________________________________
Desafío entre Martín Fierro y un Moreno
MARTÍN FIERRO
Mientras suene el encordao, 
mientras encuentre el compás, 
yo no he de quedarme atrás 
sin defender la parada; 
y he jurado que jamás 
me la han de llevar robada. 

Atiendan pues los oyentes 
y cállensé los mirones; 
a todos pido perdones, 
pues a la vista resalta 
que no está libre de falta 
quien no está de tentaciones. 

A un cantor le llaman bueno 
cuando es mejor que los piores; 
y sin ser de los mejores, 
encontrándose dos juntos, 
es deber de los cantores 
el cantar de contrapunto. 

El hombre debe mostrarse 
cuando la ocasión le llegue; 
hace mal el que se niegue 
dende que lo sabe hacer; 
y muchos suelen tener 
vanagloria en que los rueguen. 

Cuando mozo fui cantor 
(es una cosa muy dicha); 
mas la suerte se encapricha 
y me persigue costante: 
de ese tiempo en adelante 
canté mis propias desdichas. 

Y aquellos años dichosos 
trataré de recordar; 
veré si puedo olvidar 
tan desgraciada mudanza, 
y quien se tenga confianza 
tiemple y vamos a cantar. 

Tiemple y cantaremos juntos, 
trasnochadas no acobardan. 
Los concurrentes aguardan; 
y porque el tiempo no pierdan, 
haremos gemir las cuerdas 
hasta que las velas no ardan. 

Y el cantor que se presente, 
que tenga o no quien lo ampare, 
no espere que yo dispare 
aunque su saber sea mucho: 
vamos en el mesmo pucho 
a prenderle hasta que aclare. 

Y seguiremos si gusta 
hasta que se vaya el día; 
era la costumbre mía 
cantar las noches enteras: 
había entonces, donde quiera, 
cantores de fantasía. 

Y si alguno no se atreve 
a seguir la caravana, 
o si cantando no gana, 
se lo digo sin lisonja: 
haga sonar una esponja 
o ponga cuerdas de lana. 


EL MORENO
Yo no soy, señores míos, 
sino un pobre guitarrero, 
pero doy gracias al Cielo 
porque puedo, en la ocasión, 
toparme con un cantor 
que esperimente a este negro. 

Yo también tengo algo blanco, 
pues tengo blancos los dientes; 
sé vivir entre las gentes 
sin que me tengan en menos: 
quien anda en pagos ajenos 
debe ser manso y prudente. 

Mi madre tuvo diez hijos, 
los nueve muy regulares; 
tal vez por eso me ampare 
la Providencia divina: 
en los güevos de gallina 
el décimo es el más grande. 

El negro es muy amoroso, 
aunque de esto no hace gala; 
nada a su cariño iguala 
ni a su tierna voluntá; 
es lo mesmo que el macá: 
cría los hijos bajo el ala. 

Pero yo he vivido libre 
y sin depender de naides; 
siempre he cruzado los aires 
como el pájaro sin nido; 
cuanto sé lo he aprendido 
porque me lo enseñó un flaire. 

Y sé como cualquier otro 
el porqué retumba el trueno; 
por qué son las estaciones 
del verano y del invierno; 
sé también de dónde salen 
las aguas que cain del cielo. 

Yo sé lo que hay en la tierra 
en llegando al mesmo centro; 
en dónde se encuentra el oro, 
en dónde se encuentra el fierro 
y en dónde viven bramando 
los volcanes que echan juego. 

Yo sé del fondo del mar 
donde los pejes nacieron; 
yo sé por qué crece el árbol, 
y por qué silban los vientos: 
cosas que inoran los blancos 
las sabe este pobre negro. 

Yo tiro cuando me tiran; 
cuando me aflojan, aflojo; 
no se ha de morir de antojo 
quien me convide a cantar: 
para conocer a un cojo 
lo mejor es verlo andar. 

Y si una falta cometo 
en venir a esta riunión, 
echándolá de cantor, 
pido perdón en voz alta, 
pues nunca se halla una falta 
que no esista otra mayor. 

De lo que un cantor esplica 
no falta qué aprovechar, 
y se le debe escuchar 
aunque sea negro el que cante: 
apriende el que es inorante, 
y el que es sabio, apriende más. 

Bajo la frente mas negra 
hay pensamiento y hay vida. 
La gente escuche tranquila, 
no me haga ningún reproche: 
también es negra la noche 
y tiene estrellas que brillan. 

Estoy pues a su mandao; 
empiece a echarme la sonda, 
si gusta que le responda, 
aunque con lenguaje tosco: 
en leturas no conozco 
la jota por ser redonda. 


MARTÍN FIERRO
¡Ah!, negro, si sos tan sabio 
no tengás ningun recelo; 
pero has tragao el anzuelo, 
y al compás del estrumento 
has de decirme al momento 
cuál es el canto del cielo. 


EL MORENO
Cuentan que de mi color 
Dios hizo al hombre primero; 
mas los blancos altaneros, 
los mesmos que lo convidan, 
hasta de nombrarlo olvidan 
y sólo lo llaman negro. 

Pinta el blanco negro al diablo, 
y el negro, blanco lo pinta; 
blanca la cara o retinta 
no habla en contra ni en favor: 
de los hombres el Criador 
no hizo dos clases distintas. 

Y después de esta alvertencia 
que al presente viene a pelo, 
veré, señores, si puedo, 
sigún mi escaso saber, 
con claridá responder 
cuál es el canto del cielo. 

Los cielos lloran y cantan 
hasta en el mayor silencio: 
lloran al cair el rocío 
cantan al silbar los vientos; 
lloran cuando cain las aguas, 
cantan cuando brama el trueno. 


MARTÍN FIERRO
Dios hizo al blanco y al negro 
sin declarar los mejores; 
les mandó iguales dolores 
bajo de una mesma cruz; 
mas también hizo la luz 
pa distinguir los colores. 

Ansí ninguno se agravie; 
no se trata de ofender, 
a todo se ha de poner 
el nombre con que se llama, 
y a naides le quita fama 
lo que recibió al nacer. 

Y ansí me gusta un cantor 
que no se turba ni yerra; 
y si en tu saber se encierra 
el de los sabios projundos, 
decíme cual en el mundo 
es el canto de la Tierra. 


EL MORENO
Es pobre mi pensamiento, 
es escasa mi razón, 
mas pa dar contestación 
mi inorancia no se arredra: 
también da chispas la piedra 
si la golpea el eslabón. 

Y le daré una respuesta 
sigún mis pocos alcances: 
forman un canto en la tierra 
el dolor de tanta madre, 
el gemir de los que mueren 
y el llorar de los que nacen. 


MARTÍN FIERRO
Moreno, alvierto que trais 
bien dispuesta la garganta; 
sos varón, y no me espanta 
verte hacer esos primores; 
en los pájaros cantores 
sólo el macho es el que canta. 

Y ya que al mundo vinistes 
con el sino de cantar, 
no te vayas a turbar, 
no te agrandes ni te achiques; 
es preciso que me expliques 
cuál es el canto del Mar. 


EL MORENO
A los pájaros cantores 
ninguno imitar pretende; 
de un don que de otro depende 
naides se debe alabar, 
pues la urraca apriende a hablar, 
pero sólo la hembra apriende. 

Y ayúdame, ingenio mío 
para ganar esta apuesta; 
mucho el contestar me cuesta, 
pero debo contestar; 
voy a decir en respuesta 
cuál es el canto del Mar. 

Cuando la tormenta brama, 
el Mar, que todo lo encierra, 
canta de un modo que aterra, 
como si el mundo temblara: 
parece que se quejara 
de que lo estreche la Tierra. 


MARTÍN FIERRO
Toda tu sabiduría 
has de mostrar esta vez; 
ganarás sólo que estés 
en vaca con algún santo: 
la noche tiene su canto, 
y me has de decir cuál es. 


EL MORENO
No galope, que hay aujeros, 
le dijo a un guapo un prudente. 
Le contesto humildemente: 
la noche por canto tiene 
esos ruidos que uno siente 
sin saber por dónde vienen. 

Son los secretos misterios 
que las tinieblas esconden; 
son los ecos que responden 
a la voz del que da un grito, 
como un lamento infinito 
que viene no sé de dónde. 

A las sombras sólo el sol 
las penetra y las impone; 
en distintas direcciones 
se oyen rumores inciertos: 
son almas de los que han muerto 
que nos piden oraciones. 


MARTÍN FIERRO
Moreno, por tus respuestas 
yo te aplico el cartabón, 
pues tenés disposición 
y sos estruido, de yapa: 
ni las sombras se te escapan 
para dar esplicación. 

Pero cumple su deber 
el leal diciendo lo cierto, 
y por lo tanto te alvierto 
que hemos de cantar los dos, 
dejando en la paz de Dios 
las almas de los que han muerto. 

Y el consejo del prudente 
no hace falta en la partida; 
siempre ha de ser comedida 
la palabra de un cantor. 
Y aura quiero que me digas 
de dónde nace el amor. 


EL MORENO
A pregunta tan escura 
trataré de responder, 
aunque es mucho pretender 
de un pobre negro de estancia; 
mas conocer su inorancia 
es principio del saber. 

Ama el pájaro en los aires 
que cruza por donde quiera, 
y si al fin de su carrera 
se asienta en alguna rama, 
con su alegre canto llama 
a su amante compañera. 

La fiera ama en su guarida, 
de la que es rey y señor; 
allí lanza con furor 
esos bramidos que espantan; 
porque las fieras no cantan, 
las fieras braman de amor. 

Ama en el fondo del mar 
el pez de lindo color; 
ama el hombre con ardor, 
ama todo cuanto vive: 
de Dios vida se recibe, 
y donde hay vida, hay amor. 


MARTÍN FIERRO
Me gusta, negro ladino 
lo que acabás de esplicar; 
ya te empiezo a respetar 
aunque al principio me rei; 
y te quiero preguntar 
lo que entendés por la Ley. 


EL MORENO
Hay muchas dotorerías 
que yo no puedo alcanzar; 
dende que aprendí a inorar 
de ningún saber me asombro, 
mas no ha de llevarme al hombro 
quien me convide a cantar. 

Yo no soy cantor ladino 
y mi habilidá es muy poca; 
mas cuando cantar me toca 
me defiendo en el combate, 
porque soy como los mates: 
sirvo si me abren la boca. 

Dende que elige a su gusto, 
lo más espinoso elige; 
pero esto poco me aflige 
y le contesto a mi modo: 
la ley se hace para todos, 
mas sólo al pobre le rige. 

La ley es tela de araña 
en mi inorancia lo esplico: 
no la tema el hombre rico; 
nunca la tema el que mande; 
pues la ruempe el bicho grande 
y sólo enrieda a los chicos. 

Es la ley como la lluvia: 
nunca puede ser pareja; 
el que la aguanta se queja, 
pero el asunto es sencillo: 
la ley es como el cuchillo, 
no ofende a quien lo maneja. 

Le suelen llamar espada 
y el nombre le viene bien; 
los que la gobiernan ven 
a dónde han de dar el tajo: 
le cai al que se halla abajo 
y corta sin ver a quién. 

Hay muchos que son dotores, 
y de su cencia no dudo; 
mas yo soy un negro rudo 
y aunque de esto poco entiendo, 
estoy diariamente viendo 
que aplican la del embudo. 


MARTÍN FIERRO
Moreno, vuelvo a decirte, 
ya conozco tu medida; 
has aprovechao la vida 
y me alegro de este encuentro; 
ya veo que tenés adentro 
capital pa esta partida. 

Y aura te voy a decir, 
porque en mi deber está; 
y hace honor a la verdá 
quien a la verdá se duebla, 
que sos por juera tinieblas 
y por dentro claridá. 

No ha de decirse jamás 
que abusé de tu pacencia, 
y en justa correspondencia, 
si algo querés preguntar, 
podés al punto empezar, 
pues ya tenés mi licencia. 


EL MORENO
No te trabes lengua mía, 
no te vayas a turbar; 
nadie acierta antes de errar, 
y aunque la fama se juega, 
el que por gusto navega 
no debe temerle al mar. 

Voy a hacerle mis preguntas, 
ya que a tanto me convida, 
y vencerá en la partida 
si una esplicación me da 
sobre el tiempo y la medida, 
el peso y la cantidá. 

Suya sera la vitoria 
si es que sabe contestar; 
se lo debo declarar 
con claridá, no se asombre, 
pues hasta aura ningún hombre 
me lo ha sabido esplicar. 

Quiero saber y lo inoro, 
pues en mis libros no está 
y su respuesta vendrá 
a servirme de gobierno, 
para qué fin el Eterno 
ha criado la Cantidá. 


MARTÍN FIERRO
Moreno, te dejas cair 
como carancho en su nido; 
ya veo que sos prevenido, 
mas también estoy dispuesto; 
veremos si te contesto 
y si te das por vencido. 

Uno es el Sol, uno el Mundo, 
sola y única es la Luna 
ansí han de saber que Dios 
no crió cantidá ninguna; 
el ser de todos los seres 
sólo formó la unidá; 
lo demás lo ha criado el hombre 
después que aprendió a contar. 


EL MORENO
Veremos si a otra pregunta 
da una respuesta cumplida: 
el ser que ha criado la vida 
lo ha de tener en su archivo, 
mas yo inoro qué motivo 
tuvo al formar la medida. 


MARTÍN FIERRO
Escuchá con atención 
lo que en mi inorancia arguyo; 
la medida la inventó 
el hombre para bien suyo; 
y la razón no te asombre, 
pues es fácil presumir: 
Dios no tenía que medir 
sino la vida del hombre. 


EL MORENO
Si no falla su saber 
por vencedor lo confieso; 
debe aprender todo eso 
quien a cantar se dedique; 
y aura quiero que me esplique 
lo que significa el peso. 


MARTÍN FIERRO
Dios guarda entre sus secretos 
el secreto que eso encierra, 
y mandó que todo peso 
cayera siempre en la tierra. 
Y sigún compriendo yo, 
dende que hay bienes y males, 
fue el peso para pesar 
las culpas de los mortales. 


EL MORENO
Si responde a esta pregunta 
téngase por vencedor 
doy la derecha al mejor, 
y respóndame al momento: 
¿cuándo formó Dios el tiempo 
y por qué lo dividió? 

MARTÍN FIERRO
Moreno, voy a decir, 
sigún mi saber alcanza: 
el tiempo sólo es tardanza 
de lo que está por venir; 
no tuvo nunca principio 
ni jamás acabará, 
porque el tiempo es una rueda, 
y rueda es eternidá. 
Y si el hombre lo divide, 
sólo lo hace, en mi sentir, 
por saber lo que ha vivido 
o le resta que vivir. 

Ya te he dado mis respuestas, 
mas no gana quien despunta; 
si tenés otra pregunta 
o de algo te has olvidao, 
siempre estoy a tu mandao 
para sacarte de dudas. 

No procedo por soberbia 
ni tampoco por jatancia, 
mas no ha de faltar costancia 
cuando es preciso luchar; 
y te convido a cantar 
sobre cosas de la estancia. 

Ansí prepará, moreno, 
cuanto tu saber encierre, 
y sin que tu lengua yerre, 
me has de decir lo que empriende 
el que del tiempo depende, 
en los meses que train erre. 

EL MORENO
De la inorancia de naides 
ninguno debe abusar; 
y aunque me puede doblar 
todo el que tenga más arte, 
no voy a ninguna parte 
a dejarme machetiar. 

He reclarao que en leturas 
soy redondo como jota; 
no avergüence mi redota, 
pues con claridá le digo: 
no me gusta que conmigo 
naides juegue a la pelota. 

Es buena ley que el más lerdo 
debe perder la carrera; 
ansí le pasa a cualquiera, 
cuando en competencia se halla 
un cantor de media talla 
con otro de talla entera. 

¿No han visto en medio del campo 
al hombre que anda perdido, 
dando güeltas afligido, 
sin saber dónde rumbiar? 
ansí le suele pasar 
a un pobre cantor vencido. 

También los árboles crujen 
si el ventarrón los azota; 
y si aquí mi queja brota 
con amargura, consiste 
en que es muy larga y muy triste 
la noche de la redota. 

Y dende hoy en adelante, 
pongo de testigo al cielo 
para decir sin recelo 
que, si mi pecho se inflama, 
no cantaré por la fama 
sinó por buscar consuelo. 

Vive ya desesperao 
quien no tiene que esperar; 
a lo que no ha de durar 
ningún cariño se cobre: 
las alegrías de un pobre 
son anuncios de pesar. 

Y este triste desengaño 
me durará mientras viva; 
aunque un consuelo reciba 
jamás he de alzar el vuelo: 
quien no nace para el cielo 
de balde es que mire arriba. 

Y suplico a cuantos me oigan 
que me permitan decir 
que al decidirme a venir 
no sólo jue por cantar, 
sinó porque tengo a más 
otro deber que cumplir. 

Ya saben que de mi madre 
jueron diez los que nacieron; 
mas ya no esiste el primero 
y más querido de todos: 
murió por injustos modos 
a manos de un pendenciero. 

Los nueve hermanos restantes 
como güérfanos quedamos; 
dende entonces lo lloramos 
sin consuelo, creánmeló, 
y al hombre que lo mató 
nunca jamás lo encontramos. 

Y queden en paz los güesos 
de aquel hermano querido; 
a moverlos no he venido, 
mas, si el caso se presenta, 
espero en Dios que esta cuenta 
se arregle como es debido. 

Y si otra ocasión payamos 
para que esto se complete, 
por mucho que lo respete 
cantaremos, si le gusta, 
sobre las muertes injustas 
que algunos hombres cometen. 

Y aquí pues, señores míos, 
diré, como en despedida, 
que todavía andan con vida 
los hermanos del dijunto, 
que recuerdan este asunto 
y aquella muerte no olvidan. 

Y es misterio tan projundo 
lo que está por suceder, 
que no me debo meter 
a echarla aquí de adivino: 
lo que decida el destino 
después lo habrán de saber. 


MARTÍN FIERRO
Al fin cerrastes el pico 
después de tanto charlar; 
ya empezaba a maliciar, 
al verte tan entonao, 
que tráias un embuchao 
y no lo querías largar. 

Y ya que nos conocemos, 
basta de conversación; 
para encontrar la ocasión 
no tienen que darse priesa, 
ya conozco yo que empieza 
otra clase de junción. 

Yo no sé lo que vendrá, 
tampoco soy adivino; 
pero firme en mi camino 
hasta el fin he de seguir: 
todos tienen que cumplir 
con la ley de su destino. 

Primero fue la frontera 
por persecución de un juez; 
los indios fueron después, 
y, para nuevos estrenos, 
aura son estos morenos 
pa alivio de mi vejez. 

La madre echó diez al mundo, 
lo que cualquiera no hace; 
y tal vez de los diez pase 
con iguales condiciones: 
la mulita pare nones, 
todos de la mesma clase. 

A hombre de humilde color 
nunca sé facilitar; 
cuando se llega a enojar 
suele ser de mala entraña; 
se vuelve como la araña, 
siempre dispuesta a picar. 

Yo he conocido a toditos 
los negros más peliadores; 
había algunos superiores 
de cuerpo y de vista... ¡ahijuna! 
si vivo, les daré una... 
historia de los mejores. 

Mas cada uno ha de tirar 
en el yugo en que se vea; 
yo ya no busco peleas, 
las contiendas no me gustan; 
pero ni sombras me asustan 
ni bultos que se menean. 

La créia ya desollada, 
mas todavía falta el rabo, 
y por lo visto no acabo 
de salir de esta jarana; 
pues esto es lo que se llama 
remachárselé a uno el clavo. 
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Esta gran obra ha sido ilustrada por un genio de la ilustración como Alberto Breccia, para la editorial Deoyo.
Y también por otra figura de gran talla, como Roberto Fontanarrosa, que hacia el final de su vida participó en "Martín Fierro, la película" (2007).-
Aquí un enlace el blog "Caprichos de cómic", en donde pueden apreciarse algunas de las ilustraciones de Breccia y también de Fontanarrosa: 

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Martín Fierro, al cine...

Martín Fierro - 1968 (Dir. Leopoldo Torre Nilsson)
La obra Martín Fierro, fue llevada por primera vez al formato cinematográfico en el año 1968.-
La película, argentina, fue dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, con el ayudante de dirección Jorge Luis Salmoiraghi.-
El guión, elaborado sobre el poema homónimo de José Hernández, estuvo a cargo de L. Torre Nilsson, Ulyses Petit de Murat, Beatriz Guido, Edmundo Eichelbaum, Luis Pico Estrada y Héctor Grossi.
La música, a cargo del maestro Ariel Ramírez, y los protagonistas principales fueron Alfredo Alcón (Martín Fierro) y Lautaro Murúa (Cruz).- El elenco contó con otras figuras estelares de la talla de Graciela Borges (La Cautiva), Fernando Vegal (el viejo Vizcacha), María Aurelia Bisutti (mujer de Fierro), Leonardo Favio (hijo mayor de Martín Fierro), Sergio Renán (Teniente) y otros...
La película, estrenada en Buenos Aires el 4 de julio de 1968, obtuvo el premio Cóndor de Plata a la mejor película en el año 1969.-

Aquí un fragmento de la película, que ilustra el "desafío" con el Moreno:


Fierro - 2007 (Dir. Liliana Romero / Norman Ruiz)


Martín Fierro: la película, también conocida como Fierro, es una película argentina de animación, estrenada el 8 de Noviembre del año 2007, dirigida por Liliana Romero y Norman Ruiz. Productor ejecutivo: Fernando Sokolowicz.
Basada en el poema de José Hernández, con guión de Roberto Fontanarrosa,  Horacio Grinberg y Martín Méndez.- El diseño gráfico también estuvo a cargo de Roberto Fontanarrosa.-
La música y el sonido, a cargo de Mauro Lázaro. Diseño de producción Victoria Prusik.





Aquí, la película - animada- completa:


Para cerrar este bloque dedicado a la obra Martín Fierro de José Hernández, quiero compartir con todas/os, un trailer, producción de Cuentos del Bicentenario.


En youtube podrán encontrar el material publicado y completo, que sugiero visitar, el cual los productores han presentado así: "...200 años de historia han dejado numerosas joyas dentro de la literatura latinoamericana. Cuentos del Bicentenario rescata clásicos de los más variados estilos y los pone en escena, en boca de prestigiosas personalidades de nuestra cultura. Una puesta minimalista, apoyada por piezas animadas, completan un relato en que la narrativa, la actuación, la fantasía, la crítica y las ideologías se funden dando lugar a un verdadero homenaje a las plumas más reconocidas de nuestra América. En esta oportunidad, con el relato de Rubén Stella, "Martín Fierro" de José Hernández...":

Para ver el material completo y con el audio, click en el siguiente enlace: http://youtu.be/SX9f1mHh1lg